
Historias del Gran Cañón
El viaje en helicóptero al Gran Cañón sería una experiencia inolvidable, pero no por lo que en un inicio había pensado. Después del descenso en helicóptero, decidieron quedarse a pasar la noche. Establecieron su campamento y encendieron algunas linternas. Por reglas del Parque Nacional, las personas que realicen una fogata deberán traer sus propios leños y llevarse fuera las cenizas producidas por la madera. Como es muy complicado traer madera y cargarla por varios kilómetros, la gente opta mejor por encender sus lámparas y suponer que están en una fogata.
Pero la gente se reúne igualmente durante la noche a contar historias. Un hombre de barba gruesa y cana comenzó a narrar una extraña historia. El viajaba por helicóptero en el Gran Cañón, buscando unos indicios geológicos que le permitieran encontrar una elusiva especie de pez prehistórico (es muy común mirar fósiles marinos en la meseta del Cañón del Colorado, a miles de pies sobre el nivel del mar, aún nadie sabe propiamente la razón, pero ello indica que toda el área estuvo durante mucho tiempo bajo el agua). El hombre buscaba dentro de la historia geológica indicios de su pez. Descendió en una ocasión para mirar más de cerca. El área era fría, aunque estaban a la mitad del verano y las temperaturas eran superiores a los 80 grados. Siguió el viento hasta llegar a una retorcida cueva, a la que entró de rodillas. Sus actos eran irresponsables, ya que, sin el equipo adecuado, entrar a una caverna es en verdad peligroso. Se internó profundamente y fue entonces cuando miró a una criatura grande, de pelos gruesos y tupidos. Inicialmente pensó que había entrado a la cueva de un oso. Los avistamientos de osos dentro del Gran Cañón son raros, pero se dice que poco a poco estos animales han ido entrando al área del parque nacional, por lo que, aunque poco probable, podría ser un Grizly. No se movió para no alertar a la creatura, estaba totalmente desarmado, su viaje en helicóptero lo había realizado con poco equipo y se encontraba dentro de la cueva sin ningún arma para defenderse.
Fue entonces que pudo observar que el animal se erguía dijo el hombre cano, era algo que nunca había visto él, no era un oso, los rasgos del ser eran de humano, pero su cuerpo completamente cubierto de vellosidad, su estatura sobrepasaba los dos metros y era sorprendente que pudiese caber por la diminuta entrada.
El hombre Salió de allí asustado, “desde entonces se me encaneció el cabello” comentó. Muy seguro de poder haber muerto en manos de una criatura salvaje. Todos en el campamento callaran y quedaron pensativos, al irse a dormir hubo en el grupo una sensación de asombro, incredulidad y temor. Al día siguiente continuaron su viaje en helicóptero por el Gran Cañón, pero con unos nuevos ojos, mirando cada sombra, cada arbusto, puede que tal vez ellos también pudieran ver a la criatura que miró aquel hombre.
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